15 sept 2011

UN VIDEO
-  ¿Su bolsa o tu vida?
No es un síntoma de salud estar perfectamente adaptado a esta sociedad enferma. Lo han dicho antes los grandes maestros.  Sólo por citar algunos de ellos: Freud, en su obra “Malestar en la cultura”, Erich Fromm, en “Ser o tener”, etc. etc.  Recientemente, también Cristophe André en su (altamente recomendable) libro “Los estados de ánimo” nos dice que “el materialismo altera las relaciones personales, la ecología, el equilibrio psicológico de las personas… Nos hace borregos, esclavos de la moda y de la publicidad pero nos crea la ilusión de ser únicos y originales… Nuestra pseudolibertad materalista es el de las bestias que viven en cautividad. Nos hemos convertido en animales de un zoológico: alimentados, cebados, cuidados (y, últimamente, ni siquiera eso) pero deambulando tristes en nuestras jaulas, neuróticos y psicológicamente frágiles. Los medios de comunicación contribuyen enormemente a esta ilusión colectiva de libertad y felicidad: por ejemplo, a través de series televisivas, a menudo estadounidenses, de personas de “éxito” que tienen, por lo general, vidas trepidantes, intensas, con trenes de vida superiores a los de la media de las personas que las ven; y eso crea en nosotros el ansia de vivir como viven ellos, con lo cual nos atamos la soga del consumismo al cuello sin darnos cuenta y somos infelices como ellos sin darnos cuenta”. Las cosas que realmente nos hacen felices, a pesar de todo el bombo consumista, siguen siendo las mismas de siempre: aquellos placeres sencillos de ayer, de hoy y de siempre. Como jugar, reír, en compañía de nuestros seres queridos; crear algo, embarcarnos en algún proyecto que nos ilusiona; contemplar una puesta de sol, el contacto con la naturaleza; querer y sentir que nos quieren; ver la felicidad en el rostro de las personas que amamos; creer que otro mundo es posible; compartir alegrías y tristezas; sentir la nostalgia de tiempos pasados; leer un buen libro; escuchar una música que nos emociona; la llegada del otoño tras los calores del verano; sentirnos en paz con nosotros mismos…

Pero, eso no es todo. Esa “pseudolibertad de bestias en cautividad” tiene un precio, un precio elevado: las inevitables crisis del sistema,  las amenazas constantes de que nos pueden quitar todo en cualquier momento (el trabajo, la vivienda, las pensiones, los derechos adquiridos durante décadas…), la presión para que agachemos más la cabeza, No es suficiente con trabajar duro para conseguirlo e intentar ser bueno ciudadanos, obedientes y temerosos de la ley. Tenemos, además, que vivir con el temor a ser expulsados de este “paraíso”, de esta mal llamada “sociedad del bienestar”, no sea que haya una “rebelión en la granja”. En medio de todo esto, nos preguntamos si la vida podría ser más sencilla, tenemos gas de escapar y de gritar “¡basta1”. ¿Acaso no te acuerdas que una vez fuiste feliz con unas necesidades básicas cubiertas?, nos recuerda el video. Y termina con las preguntas: “¿A quién hace realmente feliz este sistema?”, ¿acaso crees que eres el único/a que se siente estafado/a?”


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